EL MEDIODÍA ELEVA UN ANCLA DE SOLARES BALDÍOS
El mediodía eleva un ancla de solares baldíos,una trasparencia oleosa y el rastro de cierto recuerdoque se siembra como a “tierra venida” de la infancia.Hubo flores de alazor a orilla del camino que reveló mi padre,sus ramas densas y espinosas alejaban a los pájaros,cardenales, mirlos y gorrionessobrevolaban el cártamo del día en desaliento,otros, desde viejos álamos, contemplabanlas minutas de algodón y sus semillas desprendidas por el aire,la longitud del silencio en esos días me estremecía,julio esparcía desolación en los campos de falsos azafraneslos lomos de los surcos como una provincia desconocida y lejanaceñían mis sueños de confusas palabras, de horas agolpadasque hoy entiendo, resultarán por siempre indescifrables.Ana Chig
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